La mole de ladrillos de unos 30 metros de largo se desmoronó y los trozos de hormigón, de hierros retorcidos y el barro aplastaron al más pequeño de los perros de la familia de Ángel “El Mono” Ale. Era un cachorro de la raza rottweiler, que no pudo escapar a tiempo del derrumbe; los otros dos se salvaron al huir como un relámpago en dirección al fondo de la casa. Fue un estruendo que se oyó en toda la manzana comprendida entre Mate de Luna al 2.000, Benjamín Matienzo, Crisóstomo Alvarez y Amador Lucero.
Alrededor de las 23.20 del miércoles, Cecilia Demelchiorre estaba en la cama, casi a punto de conciliar el sueño, cuando escuchó el ruido. Ella vive sobre calle Matienzo, pero el fondo de su casa da con la obra en construcción que se tragó la medianera de la casa de la familia Ale. Lo primero que hizo fue enviar un mensaje de Whatsapp a sus amigas.
-Che, parece q se está derrumbando el edificio de mi cuadra -escribió.
-Hay mucho ruido y se mueve todo -agregó.
Apenas terminó de escribir el segundo mensaje volvió a escuchar un estruendo. En total, el derrumbe se produjo en tres etapas.
-Ahí vienen los bomberos- relató en el grupo a las 23.42, cuando ya habían pasado más de 20 minutos desde el primer colapso de la pared.
A dos casas de la suya, Liliana estaba en la cocina cuando se produjo la primera caída. Unos segundos después, su hijo Daniel puso una escalera para ver por encima de la medianera qué había ocurrido. No había mucha luz, pero alcanzó a divisar los pedazos de hormigón y de ladrillos de la casa de Ale en la fosa de cuatro metros de profundidad.
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Adentro del terreno en el que se produjo el derrumbe estaba el sereno. El empleado tiene un espacio propio más al fondo, alejado del lugar del desmoronamiento. Al sereno no le pasó nada, pero la mayoría de los vecinos coincidieron en que si todo hubiese ocurrido de día, ese lugar sería ahora un cementerio. Lo afirman así porque en esa obra, durante el día, más de 20 obreros se mueven de un lado a otro y además entran máquinas pesadas.
El temor quedó instalado entre los propietarios de los inmuebles vecinos. En el edificio, ubicado en el lado oeste del derrumbe, los vecinos sienten preocupación; aunque la mayoría prefiere no hablar en público. “No quiero saber nada con los Ale”, respondió ayer al mediodía un hombre de unos 40 años, mientras cerraba la puerta de acceso. “Sí me preocupa, pero ni pienso hablar”, dijo una mujer a través del portero eléctrico y, de inmediato, cortó el diálogo.
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Por orden judicial ayer amaneció desocupado el lugar de la obra en construcción. Además, la casa dañada de la familia Ale. “El Mono”, quien cumple arresto domiciliario tras haber sido condenado en una causa por lavado de dinero, fue trasladado a otro domicilio ubicado en Bolivia esquina Rivadavia.